Piensa. La vida no se queda a esperarte. Ni el tren. Ni el examen de conducir. Ni las decisiones. Ni el camarero que sostiene un boli de propaganda junto con un cuadernito pequeño, esperando a que pidas tu postre preferido, y no te debatas en las novedades de la carta. Tampoco el pasado que te dio forma. Ni la gente. Ni nadie en especial. Ni si quiera una canción. Antes de que te propongas algo, la vida se pasa. Ella tampoco espera. ¿Recomendación del chef? Vive.
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